Poetas griegos clásicos
Hoy me atrevo con otra entrada en este blog. Mi tierra natal me obliga. Es suficiente razón para homenajear a quienes forjaron mi vida. Pido disculpas por el atrevimiento.
Entre los principales poetas, destacaré hoy a:
SAFO DE MITILENE, tambien conocida como Safo de Lesbos. Igualmente conocida por Safo (Σαπφώ), esta poetisa de la época arcaica fue denominada por Platón «La Décima Musa». Se carece de datos biográficos sobre ella, cuanto se conoce se extrajo de sus poemas. Se sabe que nació en Ereso, isla de Lesbos. Aunque carece de interés su vida privada, no así el contenido amoroso de sus poemas, que propició toda clase de habladurías y rumores sobre su vida.
Considerada
como una de las grandes poetisas del género lírico
Su obra estaba compilada en la biblioteca de Alejandría en nueve libros, que eran copiados, traducidos y usados para la enseñanza hasta que el papa Gregorio VII en 1073 ordenó quemar todos los manuscritos por considerarlos inmorales.
Se conservan ejemplos de lírica popular en algunos epitalamios, cantos nupciales; adaptaciones de canciones populares propias de los amigos del novio y de la novia que se improvisaban en las bodas. Estas canciones se diferenciaban del resto de sus poemas, más intimistas y cultos, para los cuales creó un ritmo propio y un metro nuevo, la estrofa sáfica. Su tema principal eran sus sentimientos y el amor, propiciado por la diosa Afrodita. La sensibilidad y delicadeza son las protagonistas de sus poemas; sentimientos encontrados con su círculo de mujeres, como los celos, el amor, la decepción, la alegría y la rivalidad, son plasmados en su total extensión. El mundo sáfico es un mundo femenino.
Safo habla en sus poemas de la pasión amorosa que se apodera del ser humano y se manifiesta en diversas formas, como los celos, el deseo o una intangible nostalgia. Ejemplo de esto se encuentra en el Himno en honor a Afrodita, el único poema que nos ha llegado completo de toda su obra. Podría considerarse como una oración, una súplica dirigida a la diosa del amor para conseguir su ayuda y lograr así el amor de su enamorada. Parece que no es la primera vez que Safo invocaba a la diosa para esto mismo, en el poema Afrodita habla directamente a Safo y le pregunta por los motivos por los que la llama de nuevo.
Casi todos sus poemas han llegado hasta nuestros días lamentablemente de forma fragmentaria por vía indirecta, gracias al testimonio de otros autores que los mencionan. Uno de entre ellos es aquel en el que describe lo que podrían considerarse «síntomas de la enfermedad del enamoramiento», aplicable a todo enamorado, del que contamos con una maravillosa versión del poeta latino Catulo, y el fragmento en el que dice que no hay en el mundo nada más maravilloso que el ser a quien uno ama.
Según
Dionisio de Halicarnaso, Safo era la mejor exponente de la lírica griega.
Oda «Himno a Afrodita»
¡Oh, tú en cien tronos Afrodita reina,
Hija de Zeus, inmortal, dolosa:
No me acongojes con pesar y sexo
Ruégote, Cipria!
Antes acude como en otros días,
Mi voz oyendo y mi encendido ruego;
Por mi dejaste la del padre Zeus
Alta morada.
El áureo carro que veloces llevan
Lindos gorriones, sacudiendo el ala,
Al negro suelo, desde el éter puro
Raudo bajaba.
Y tú ¡Oh, dichosa! en tu inmortal semblante
Te sonreías: ¿Para qué me llamas?
¿Cuál es tu anhelo? ¿Qué padeces hora?
—me preguntabas—
¿Arde de nuevo el corazón inquieto?
¿A quién pretendes enredar en suave
Lazo de amores? ¿Quién tu red evita,
Mísera Safo?
Que si te huye, tornará a tus brazos,
Y más propicio ofreceráte dones,
Y cuando esquives el ardiente beso,
Querrá besarte.
Ven, pues, ¡Oh diosa! y mis anhelos cumple,
Liberta el alma de su dura pena;
Cual protectora, en la batalla lidia
Siempre a mi lado.
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